Colaboré con Robert Casajuana, socio
economista de la firma SLM análisis financiero, en la redacción del presente
artículo que fue publicado en la revista impresa Estrategias de Inversión
en su edición de enero de 2020.
Actualmente, las economías
desarrolladas están experimentando un periodo de bajo crecimiento en un entorno
de bajos tipos de interés. Ante este escenario, desde el punto de vista del
inversor, es una necesidad preguntarse hacia donde podrían apuntar las
oportunidades de inversión asumiendo riesgos razonables que permitan esperar
retornos mayores a los de las economías avanzadas.
En este entorno, Perú es un país
emergente para tenerlo muy presente, ya que es líder en América Latina en
cuanto a indicadores macroeconómicos, ofrece interesantes productos financieros
y tiene perspectivas favorables para los próximos años. Hasta antes de la crisis
global del 2008, el crecimiento peruano fue catalogado como un “milagro
económico” pues la tasa de crecimiento media anual de su PIB rondaba el 5%.
Este crecimiento estuvo respaldado, principalmente, por el denominado “súper ciclo”
de las materias primas, teniendo en cuenta que Perú es un país minero que se ubica
como el segundo productor mundial de cobre, plata y zinc. Postcrisis
financiera, Perú continúa atrayendo la mirada del mundo por sus sólidos fundamentos
macroeconómicos: crecimiento promedio del PIB del 4,4% en el periodo 2009-2018,
el segundo más alto de la región; inflación promedio del 2,9% en el mismo
periodo, la segunda más baja de la región; un nivel saludable de deuda (25,8%
de su PIB en 2018) comparado al de otras economías emergentes (47,3% del PIB) y
al de economías desarrolladas (108,6% del PIB).
La buena posición en la calificación
crediticia del Perú aporta más confianza a los inversores locales y
extranjeros. Razones de peso para considerar las oportunidades de inversión en
activos cotizados de este país.